Jardín japonés: el festival de la ciruela

Kairakuen es uno de los grandes jardines en Japón, es famoso por sus más de 3000 arboles y más de 100 variedades de ciruelas. El parque se encuentra en la ciudad de Mito, en la prefectura de Ibaraki. Según Japonismo, del 20 de febrero al 31 de marzo se celebra el Mito Ume Matsuri (festival de los ciruelos de Mito), que es cuando se puede apreciar el florecimiento de estos bellos árboles.

El primero de marzo me tocó la fortuna de visitar este precioso jardín, y puedo decir con seguridad que fue una de las mejores experiencias en mi viaje a Japón, no por nada es de los mejores del país.

Ese día llegamos desde en la mañana, la escuela nos había puesto un horario estricto ya que después iríamos a un museo. Así que teníamos hasta después de comer para recorrer el lugar y comprar todo lo que quisiéramos. Si soy honesta, me sorprendió un poco que hubiera tanta gente con lo del coronavirus, pero tenía sentido porque era el festival de la ciruela y Japón tenía más o menos controlada la pandemia, además de que la mayoría estaban usando cubre bocas. Por ello, me dispuse a disfrutar al máximo.

Al principio fue algo decepcionante, ya que el pasto parecía muy seco, pero supuse que eso se debía más que nada a que estábamos en época de invierno, y me concentré en los aspectos lindos; como los verdes arboles y los rayos del sol. Desde que había llegado a Japón había hecho un frío al que no estaba acostumbrada, pero no ese día, ese día el sol brilló y nos brindó su calor. Fue tanto que incluso tuve que quitarme la chaqueta.

El recorrido que tuve por el jardín fue completamente desigual, primero, en compañía de otra estudiante mexicana, pasamos por el «área de picnic»; le pondré de ese modo porque era un enorme espacio con varios arboles, gente comiendo y disfrutando de la paz del festival. En ese lugar nos sentamos en una banca a platicar y tomarnos algunas fotos.

A continuación pasamos cerca de la casa Kobuntei, un edificio tradicional donde antes vivía Nariaki Tokugawa. Por supuesto que esto no lo sabía al momento, al igual que no sabía que esta estructura estaba abierta al publico, tontamente, no encontré la entrada y pensé que estaba cerrado, por lo que no podré decirles lo majestuoso que de seguro es por dentro. Así que nota mental para mi siguiente viaje: investigar bien antes de ir.

Luego de eso seguimos por un rato por esa área y más adelante entramos a la parte del bosque. Los arboles ahí era altos y, como puedes ver, de troncos delgados, el camino era de grava y se extendía por varias bifurcaciones, llegó un punto en el que el bosque terminaba y iniciaba un pequeño lago donde patos nadaban.

La verdad es que lo mejor de kairakuen era caminar en tranquilidad, sentir el sol en tu rostro y admirar la belleza de un verdadero jardín japonés. Esos momentos de paz y plenitud son una de las cosas que espero recordar siempre, y por las que quiero volver a Japón.

De regreso al área principal pasamos por otro bosque, pero esta vez, fue uno de bambú. En mi estadía en el país ya había visto bambú con anterioridad, pero esta vez fue cuando vi más cantidad junta y pude admirarlo más detalladamente.

Inmediatamente al salir del pequeño bosque de bambú, mi compañera y yo nos dispusimos a por fin hacer el recorrido por el de ume (ciruela) y admirar las diferentes especies. Una de mis ilusiones al venir a Japón era ver el famoso sakura (cereza), pero yo sabía que las fechas de mi viaje no era florecimiento del sakura, por lo que supuse que merecía al menos disfrutar el ume.

Los árboles se extendían por todas partes, las flores de estos iban desde el rosa pálido al blanco manchado, no tenían hojas verdes que los acompañaran, solo el rosado de la ciruela sostenido por unos troncos increíblemente oscuros. Nunca en mi vida había visto árboles así, no solo por sus colores y escasez cautivadora, sino también por sus formas; algunos estaban tan curvos, que tenían que ser sostenidos por soportes. Me pregunté cuántos de ellos tenían cientos de años ahí.

Nos pasamos un buen rato caminando y admirando los árboles ume en la senda marcada, hasta que llegó el punto en el que, eventualmente, nos dio hambre. Adentro vendían unos bentos que se veían riquísimos, pero antes de entrar al jardín habíamos visto unos puestos «callejeros» que parecían tener comidas muy ricas también, y como no tenía tanta hambre, me decidí por esos.

Luego de comer pasamos otro rato en el jardín y llegué también a probar una deliciosa nieve de ciruela. Eventualmente, en lo que esperábamos más indicaciones por parte del profesor, nos pasamos un rato en el área del santuario sintoista.

Nos tomamos fotos, platiqué con mis compañeros y finalmente fue tiempo de irse. Le dediqué una mirada más al jardín y me dispuse a continuar con mi viaje.

Extra: Les dejo unos mapas de Kairakuen en caso de que lo visiten, o simplemente si quieren ver.

Dónde se encuentra Kairakuen
Dentro del jardín

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